sábado, 24 de abril de 2010

Esopo habla al siglo XXI: El perro y su reflejo en el río

Esopo habla al siglo XXI: El perro y su reflejo en el río

Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo.

Jose Vaquero

ForumLibertas.com

Fábulas de Esopo

Jerry Pinknei

Siempre nos parece mejor lo de los demás

        Esta semana Esopo nos recuerda que nunca estamos contentos con lo que tenemos. La fábula de El perro y su reflejo en el río es un buen ejemplo de que, actualmente, seguimos cometiendo el mismo error. ¿No seríamos mucho más felices si disfrutáramos de aquello que tenemos?

El perro y su reflejo en el río

"Vadeaba un perro un río
llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne.
Vio su propio reflejo en el agua del río
y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro
que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo.
Y deseando adueñarse del pedazo ajeno,
soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre.
Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno:
éste porque no existía, sólo era un reflejo,
y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente".

         Mi apreciado amigo Esopo: En tu fábula de hoy te muestras un tanto metafísico y filosófico. Este buen perro confundió la realidad con un simple reflejo, una imagen que se desvanece en el agua. Para su consuelo, aunque le sirvió de poco, este fallo lo cometió también un famoso héroe de tu tiempo, Narciso, y alguna que otra zorra, que intentó atrapar un queso (reflejo de la luna) tirándose a un pozo.

        Nada nuevo hay bajo el sol, y en nuestro siglo seguimos cometiendo el mismo error. Vemos un reflejo, una imagen, muchas veces creada de modo artificial, y nos lanzamos tras ella. ¿No hemos oído muchas veces que no es oro todo lo que reluce?

        Pero este buen can cometió, además, otro error: la falsa idea de que "el jardín del vecino es más verde que el propio". Nunca estamos contentos con lo que tenemos, poco o mucho, y anhelamos la casa del otro, el coche del otro, el sueldo del otro. Pero nunca pensamos que, junto con las maravillas del otro, también nos corresponderían sus dolores, sobre todo sus sufrimientos ocultos. ¿No es mejor disfrutar de lo que tenemos, y sonreír ante los buenos y malos momentos?

 


Pbro. Federico F. Kunz
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Argentina
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