jueves, 8 de abril de 2010

¿En qué universo vivimos, en qué mundo nos encontramos?

Alberto Sáenz Enríquez

Tue, 13 Oct 2009 17:00:00


 

CAMINEO.INFO / GAMA.- Estamos en el tercer planeta del sistema solar, o sea, el tercero que circula alrededor del sol, entre otros cinco más y uno más lejano, Plutón, al que se le ha negado últimamente la categoría de planeta por su dimensión minúscula.
 
Nuestro sol es una estrella como las miríadas que contemplamos por las noches, pero la vemos tan grande por su cercanía y  es la que nos sustenta con su energía su calor y su luz.

Esa estrella que es nuestro sol forma parte de un enjambre de más de cien mil millones de ellas al que llamamos Vía Láctea.

Vía láctea significa "camino de leche" porque los antiguos griegos veían el filo o perfil de ella  como una corriente de leche vertida por el cántaro de una diosa.

Hay millones de galaxias en el universo, con cientos o miles de millones de estrellas en cada una.

Nuestra galaxia es una de las enormes, hay otras más reducidas y casi todas tienen forma de remolino, espiral o de un inmenso huevo, y algunas la tienen como una madeja enredada y confusa.

Nuestra Vía Láctea posee una hermana gemela, casi idéntica en forma y dimensiones que es la más cercana a la nuestra, llamada Galaxia de Andrómeda.

El sol está en el extremo de uno de los brazos de la Vía Láctea, siendo allí un punto de luz.

Nuestro sol es una estrella comparativamente minúscula. Si tuviera el tamaño de una matatena, Aldebarán, Betelgeuse o Arturo parecerían a su lado balones de fútbol.

Si miramos hacia las estrellas, parecen cercanas unas a las otras, pero los grandes astrónomos como Shapley o Sandage nos aclaran que una estrella se encuentra a una distancia de otra como la de una abeja en Nueva York respecto de otra en Los Ángeles.

Están así de alejadas porque de otro modo colisionarían por causa de la gravedad.

Los planetas se sostienen en el sistema solar por la gravedad, pero las estrellas no están en la galaxia por causa de ésta.

Lo que las mantiene suspendidas es una causa desconocida y por ello los físicos teorizan la existencia de una "materia oscura" que nadie sabe qué es.

Cuanto he nombrado aquí como "estrellas" son en verdad sistemas estelares: sistemas binarios, ternarios cuaternarios etc. de dos o más astros.

Cada estrella que vemos en el firmamento es en verdad un sistema estelar. Las estrellas solitarias como el sol son raras y más raras las que tienen planetas que orbitan en redor de ellas.

Naturalmente, los sistemas estelares no tienen planetas porque la gravedad de unas y otras las haría colapsar. Puede haber planetas, otrosí orbitando las estrellas solitarias, pero son la excepción y no la regla.

Los planetas de otras estrellas, cuando los hay, son cuerpos sin vida. Planetas con vida vegetal o animal o con civilizaciones avanzadas son  ciencia-ficción.

Las distancias estelares se miden por años-luz. La luz tiene una velocidad de 300,000 kms. por segundo. Nuestro sistema estelar más cercano es Alfa de Centauro, siendo Próxima de Centauro la estrella más grande en este sistema.

Próxima se encuentra a cuatro años luz de nosotros (poco más de un parsec, medida astronómica), o sea que viajando a 300,000 kms. por segundo, llegaríamos a ésta en cuatro años.

La Vía Láctea tiene un diámetro de cien mil años-luz.

Es posible que el universo entero mida 30,000 millones de años-luz.

Las galaxias se alejan unas de otras en un universo que se expande respecto de un punto que es un estallido de luz al que se le llama big-bang, pero no es bang porque en el espacio no hay sonido sino big flash o captación del inicio de la creación, lo que equivale al fiat lux que revela la Sagrada Escritura.

Esto se percibe por medio de potentísimos radiotelescopios a 15,000,000,000 de años luz ,en los que se calcula le edad del universo.

Aquí en la tierra existe vida contra todas las probabilidades. Estadísticamente hablando, la vida no puede existir. Si existe no es por razones científicamente explicables.

De hecho, se dan las condiciones para que surja la vida: distancia adecuada respecto al sol, profundidad oceánica exacta para que no sea absorbido todo el oxígenos, eje de la tierra con la inclinación precisa  que permita que haya estaciones, lo cual favorece los ciclos vitales, composición atmosférica con el porcentaje adecuado de oxígeno etc., pero esto no basta.

Usted puede tener en su casa las condiciones para instalar una computadora: luz eléctrica, enchufes, mesa, etc., pero eso no hace que surja la computadora allí.

La vida exige una programación millones de veces más compleja que la que alimenta a la mejor computadora hoy existente. Tenemos entre doscientos a quinientos mil millones de células y cada una de ellas requiere una programación y un diseño muy superiores al cibernético.

Generación tras generación de las inteligencias más agudas del mundo han logrado el prodigio de lo que son los ordenadores actuales. ¿Cómo vamos a admitir tan estólidamente que al acaso vayan a aparecer en la tierra o en cualquier otro mundo esos prodigios sin programación alguna? 

Son pocos los que se ponen a meditar que el ateísmo no es sólo anticientífico sino que es una verdadera muestra de descerebración.

A la inteligencia infinita que programa el universo y la vida llamamos Dios.

Eso lo han sabido y declarado Newton, Volta, Einstein, Heiseneberg, Schroedinger, Dirac, Sandage y todos los más grandes sabios y científicos.

Los ateos como Sagan y Hawking no pueden explicar el universo con sus teorías de contracción y expansión eterna del universo  porque ni comprenden  el porqué de su organización o  la aparición de la vida, ni cómo podrían superar esos procesos a la entropía o segunda ley de la termodinámica.

Estos sabios, en verdad,  han propuesto principios que van en contra de la ciencia.

Ataques al Papa Benedicto siguen agenda sexista y hedonista, dice diario ruso no católico


 

MOSCÚ, 06 Abr. 10 (ACI).-Un reciente editorial del diario Pravda.ru, escrito originalmente en portugués por Artur Rosa Teixeira, explica que la actual campaña mediática difamatoria contra el Papa Benedicto XVI y la Iglesia pretende desacreditar a la Iglesia para poder seguir obteniendo beneficios económicos, a través de la imposición de una ideología que no considera la naturaleza espiritual del ser humano sino que ve todo desde una perspectiva sexista y hedonista.

En el texto Texeira comenta que estas agresiones toman "un caso aislado, preferiblemente complicado, y lo generalizan para inducir al lector a pensar que todo el cuerpo es la misma naturaleza".

"Esta generalización obviamente tiene connotaciones ideológicas y sigue una agenda política que busca deconstruir la sociedad tradicional y sus instituciones seculares así como imponer un nuevo orden mundial con la manera de los siniestros intereses de la oligarquía internacional, los mismos que manejan los mercados financieros y, a través de ellos, controlan ampliamente la economía mundial".

"De hecho –prosigue– los recientes informes de pedofilia que involucran a sacerdotes carecen de la ética periodística requerida, sin importar su gravedad moral. Ese tipo de noticias generan sospecha sobre su 'bondad' incluso en no católicos como nosotros".

Seguidamente el editorial reconoce el aporte católico a la civilización occidental y explica que al hacer esta apología no están defendiendo la pedofilia de algunos sacerdotes, que siempre debe ser condenada; y advierte también sobre la "bondad" de muchas noticias que "se concentran exclusivamente en casos de clérigos católicos" cuando estos constituyen "una pequeñísima minoría", y que buscan mostrar como "inacabables como en un panal de abejas" los contados casos.

Tras comentar algunos aspectos del caso Murphy en Estados Unidos y cómo el entonces Cardenal Ratzinger no lo encubrió sino que hizo todo lo que debía hacer, el editorial señala que "no creemos que el New York Times ignorase totalmente estos hechos. Desde aquí, se ve la mala fe y el tinte difamatorio de la campaña que se ha articulado contra la jerarquía del mundo católico".

"Y eso se entiende. El actual Pontífice, consistente con los principios de la Iglesia Católica, ha desarrollado una resistencia tenaz contra los propósitos divisorios, alentados por organizaciones seculares que buscan imponer una visión sexista y hedonista de la sociedad, reduciendo al hombre a su naturaleza humana negándole su dimensión espiritual. Estas organizaciones obviamente no han surgido 'espontáneamente' ni viven del aire… han sido creadas y son apoyadas por la cuna de tales fundaciones filantrópicas como la familia Rockefeller".

Los intereses financieros, prosigue el texto, "de estos, están ligados a un amplio rango de sectores económicos que van desde la banca, petróleo, fármacos, industria militar, etc. hasta los medios audiovisuales, que claramente cumplen una agenda dictada por la élite global a la que pertenecen".

Tras advertir que esta misma élite señala que la "humanidad debe ser reducida en un tercio de su población actual", el editorial explica que "existe una clara intención en este tipo de noticias que va mucho más allá del deseo de informar… si el mismo fenómeno no se omitiera en instituciones similares".