miércoles, 10 de marzo de 2010

En el Día Internacional de la Mujer


 

En el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), se difundieron por diversos medios de comunicación, en todo el mundo, mensajes alusivos a la efeméride. La mayoría de aquéllos de cariz político y ponderativos del progreso alcanzado por la mujer en la sociedad civil, y de los derechos logrados en reconocimiento de legítimas y justas aspiraciones, alcanzadas en valerosas luchas de los primeros movimientos feministas, desde los albores del siglo veinte.


 

Pero, no todo es color de rosas. Junto a este reconocimiento universal a la mujer, existe otra realidad, ignorada, y perversa, oculta detrás de la efeméride. Una realidad que ha pasado inadvertida, por su disfraz de bien social; un engaño promovido por grandes intereses políticos y económicos que, pese a ser reiteradamente señalado: lo silencian los "grandes medios" de comunicación.


 

Los protagonistas de la farsa son los agentes de los movimientos conocidos como "feminismo de género" o "lesbiofeminismo", por su reconocida posición amoral frente al sexo, vaciado, éste, de su esencia y concebido, caprichosamente, como una construcción libre del individuo.


 

Aunque la llamada "perspectiva de género", en la que se sustenta esta posición, carece de base científica, el movimiento lesbiofeminista ha insistido en sus acciones, mediante la distorsión del lenguaje empleado (lenguaje de género), y desatendiendo las protestas de países que han denunciado la patraña, como han sido calificadas estas acciones.


 

Los objetivos de estas feministas de género pretenden destruir, tanto a la familia como institución social básica, como al matrimonio de hombre y mujer. Para ello, impulsan, en todas partes del mundo, los repudiados programas de "Salud Sexual y Reproductiva", que incluyen el aborto irrestricto desde la edad núbil, además de incluir la prostitución y la homosexualidad, presentadas, a niños y adolescentes escolares, como opciones y prácticas libres y desligadas de la patria potestad. También se intenta destruir a la familia mediante la descalificación de la figura paterna y la distorsión del rol de la mujer como madre, al señalarse la concepción como un mal. Además, la pretendida igualdad de los sexos se interpreta desconociendo sus diferencias y funciones naturales, que son tomadas como opciones culturales de libre elección. (Mónica Mendoza/ Análisis y Actualidad/2-3-10).


 

Estas aberraciones son presentadas y divulgadas como modernidades que deben aceptar los países miembros de la ONU. En el engaño participan, además de los "grandes medios" del mundo, los representantes diplomáticos instruidos por sus gobiernos respectivos, unos, o bien, como ha sucedido, por quienes actúan a la libre, por venalidad, ante la irresponsable indiferencia de sus gobiernos.


 

Todo esto resulta inimaginable a la cultura cristiana de nuestros pueblos y a la sencillez de nuestras gentes, para quienes la mujer es considerada un ser todo ternura, delicadeza, espiritualidad y sobre todo, nido y manantial de vida y amor sublime, que se expresa con toda su verdad y belleza en la maternidad.


 

Todo lo contrario de la "mujer moderna", inventada por las feministas de género, una degenerada y corrupta versión del original feminismo auténtico.


 

Este nuevo feminismo – lesbiofeminismo- tiene por exponente político y adalid universal a Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos, abanderada de las políticas abortistas y pro-homosexuales impulsadas por el presidente, Barack Obama, (C-FAM/15-01-10), a quien acompaña, en tan innoble liderazgo universal, el presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero. Aunque estas corrientes anti-via y anti-famiia han logrado importantes avances en sus objetivos; también son cada día más las reacciones contrarias de los pueblos, sobre todo árabes, que se oponen a estas políticas impuestas con engaño.


 

El Día Internacional de la Mujer, secuestrado por los movimientos anti-familia y anti-vida mencionados, debe ser rescatados por los pueblos del mundo, que deben, también, comprometerse a restaurar la imagen de la mujer auténtica; deben resaltar su valor inconmensurable como centro de la familia, como manantial de vida y amor; realidades a las que deben sus vidas, precisamente, las activistas de género, cuyas madres optaron por no interrumpir el embarazo.


 

Frente a este deprimente y confuso panorama ¿De qué clase de mujer conmemoramos su Día Internacional? ¿De la que lucha por el "derecho a decidir" (si asesina o no a sus hijos), o de aquella que, con o sin derechos, moriría por ellos?

Por Miguel Antonio Espino Perigault

No hay comentarios:

Publicar un comentario