jueves, 4 de febrero de 2010

Será beatificado un sacerdote que murió mientras celebraba misa

El padre José Tous y Soler subirá a los altares el próximo 25 de abril

BARCELONA, miércoles 3 de febrero de 2010 (ZENIT.org) Para el padre Alfonso Ramirez Peralbo OFMCap., postulador de la causa de canonización del padre José Tous, la vida de este sacerdote catalán fue "una misa continua" y quizás por eso fue llamado a la Casa del Padre mientras justo luego de la consagración eucarística en la capilla del Colegio de las hermanas Capuchinas en Barcelona en 1871.

Este sacerdote español, fundador de las hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, será beatificado el 25 de abril, día del Buen Pastor en la Iglesia de Santa María del Mar, en Barcelona.

Llamado por Dios

Nacido en Igualada (Barcelona – España) en 1811, tenía 16 años cuando entró a formar parte de la orden capuchina. Con una intensa vida espiritual silenciosa, estudiosa y llena de abnegaciones, fray José pasó por diferentes conventos en su país y se preparó para su ordenación sacerdotal, en 1834.

Un año más tarde tuvo que enfrentar una de las pruebas más duras de su vida: el exilio debido a la persecución vivida en España en el siglo XIX, cuando muchos religiosos fueron sometidos a la exclaustración.

Varios meses pasó recorriendo la costa mediterránea por el norte de Italia hasta que en 1937 llegó a Francia y se instaló en el monasterio de las benedictinas en Tolouse. Allí se dedicaba a la contemplación y a la adoración eucarística, así como a la ayuda espiritual de las jóvenes religiosas.

Regresó a Cataluña en 1843, donde comenzó a trabajar en la Iglesia local como sacerdote secular, debido a que no le era permitido ejercer la vida conventual, ni vestir el hábito capuchino. Por ello vivía con sus padres y trabajaba en varias parroquias cercanas.

El padre José descubrió así que tenía una sensibilidad especial hacia la educación de los niños. "Como Jesús ante la multitud sintió compasión porque las ovejas se hallaban sin pastor", dijo su postulador. Y esa misma sensibilidad la encontró también en tres chicas que él conocía: Isabel Jubal, Marta Suñol y Remedio Palos.

Por ello, el padre José Tous aceptó orientar a estas chicas. Estudió la regla de Santa Clara de Asís y adaptó las Constituciones capuchinas de la beata Mª Ángela Astorch para unas Capuchinas Terciarias de Enseñanza. Así nació la congregación de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor.

La primera comunidad se estableció en la localidad de Ripoll en marzo de 1850 y el 27 de mayo del mismo año abrieron la primera escuela.

El padre Tous las exhortaba a "derramar en el tierno corazón de los niños los santos pensamientos y devotos afectos que Dios les comunicaba en la oración".

"Vivió su entrega a Dios y su consagración a las hermanas con el ánimo puesto en el Buen Pastor, dijo que a las niñas debería tratárseles con el cariño maternal", asegura el padre Ramírez en diálogo con ZENIT.

Actualmente las hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor tienen comunidades en Cataluña, Murcia, País Vasco y Madrid. En América Latina están también presentes en Nicaragua, Costa Rica; Guatemala, Colombia y Cuba.

El padre Ramírez señala que la vida del futuro beato resulta ejemplar, especialmente en este año sacerdotal: "por su fe encendida que vive en el día a día sin querer sobresalir".

Una misa que lo llevó a la Eternidad

El padre Tous no tenía ninguna enfermedad terminal en el momento de su muerte. Sin embargo, según asegura su postulador, se cree que por las tensiones que tenía que enfrentar sufrió un gran desgaste físico tal que acabó con su vida en plena misa, justo después de la consagración mientras decía estas palabras del canon Romano: "Dirige tu mirada serena y bondadosa sobre esta ofrenda: acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel...", en ese momento se inclinó y se desplomó.

El párroco de San Francisco de Paula, fue a recoger su cuerpo exánime y a terminar la Misa.

"La vida de los santos suscita estupor porque vemos como dentro de ellos la gracia de Dios es capaz de realizar esas obras admirables ante nuestros propios ojos. El camino está abierto para quienes quieran seguir con sinceridad de corazón como lo hizo el padre Tous", concluye su Postulador.

Por Carmen Elena Villa Betancourt

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