domingo, 31 de enero de 2010

"En la militancia del aborto sólo vi muerte, nunca fui feliz"

Amparo Medina, de proabortista a provida.

 

"Ninguna mujer que ha abortado sale con un título o con un cheque para solucionar sus problemas. Ninguna, después de abortar, puede encontrar un hombre o la felicidad en la puerta del abortuario. Lo único que puede causar el aborto es empeorar tu situación. Lo más cruel que uno puede decir es que matando a su hijo la mujer puede solucionar sus problemas. Eso es mentira. Después de abortar, ¿vas a ser millonario? Hay mujeres, de 40 o 50 años que han abortado y hoy gritan al cielo un hijo. Tienen llenas sus paredes de títulos pero no pueden tener niños".

María José Centurión

foroandaluzfamilia.org


 


 

       De militante pro abortista y guerrillera, Amparo Medina pasó a la lucha pro vida desde una organización de Ecuador. Comenta que su decisión la llevó a que la despidan de su trabajo, pero también a salvar la vida de miles de niños.

        Militó en grupos de la izquierda radical, fue guerrillera, luchadora pro aborto y ex funcionaria del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Actualmente, la ecuatoriana Amparo Medina (43), madre de 3 hijos y presidenta de la Red Pro Vida, de Ecuador, lucha en contra del aborto y de las Leyes de Salud Sexual y Reproductiva que promueven los gobiernos en los países de América Latina. En una visita por Paraguay ofreció su testimonio.

-¿Cómo decidió dejar de lado la lucha a favor las campañas pro aborto y empezar a luchar por la vida?

        -Hubo tres momentos. El primero fue después de ver los resultados de la campaña que estábamos realizando. Los resultados fueron desastrosos. La metodología no funcionaba: de los 49 millones de personas oficialmente enfermas de sida, más de la mitad afirmaba haber usado correctamente el preservativo. Cuando ves esa realidad y sigues entregando preservativo a los jóvenes y se siguen enfermando te preguntas: "¿Cuántas víctimas voy a tener bajo mi conciencia?" Eres atea pero tienes conciencia humana. Lo siguiente fue cuando me enfrenté directamente al aborto a través de una amiga mía muy querida que experimenta esa realidad y se derrumba totalmente, terminando con un síndrome posaborto muy fuerte. El tercer momento, me veo enfrentada directamente a una experiencia de Dios, a pesar de ser atea.

-¿Por qué cree que esas organizaciones quieren imponer la Ley de Salud Sexual y Reproductiva en América Latina?

        -Hay tres fines fundamentales. El primero es el control natal. Les permite el manejo de recursos en América Latina, tanto del agua cómo el oxígeno. Lo segundo, es que una población con chicos que viven la sexualidad como si fueran animalitos, que no tienen control sobre su carácter, es una población fácil de manipular. El tercer punto, el más importante, es el avance del "millon sex" (los millones del sexo). Es una empresa gigantesca. Al vender sexo te venden pornografía, prostitución, anticoncepción, aborto, y hasta bebés abortados, inclusive por internet, para sacarles el colágeno con los que elaboran cremas y champú; también para hacer investigaciones en farmacéuticas. Varios médicos se vuelven millonarios vendiendo y haciendo abortos. El aborto más barato cuesta US$ 60. En Estados Unidos se realizan más de 1 millón de abortos al año y cuestan US$ 300 cada uno. La pastilla de emergencia la compras a US$ 0,25 y la vendes a US$ 8. Los dispositivos intrauterinos (DIU) los puedes encontrar a US$ 2 o 3 y te ponen por US$ 25 a 30. La International Planned Parenthood Federation (IPPF) (Federación Internacional de Planificación de la Familia), la que más vende anticoncepción y aborto en América Latina, en el 2007 ganó US$ 77 millones.

-¿Qué piensa respecto a que el Estado debe ser laico y no tiene que tomar en cuenta las opiniones de las iglesias a la hora de decidir sobre leyes de educación sexual?

        -Primero que nada, ser laico no quiere decir ser ateo. Ser laico quiere decir que estás abierto a todas las creencias y posiciones de las personas en el momento de presidir. Cuando dicen eso le están quitando el derecho a la humanidad, porque los miles y millones de personas que nos conmovimos cuando las torres gemelas fueron enturbiadas, y veíamos como la gente se tiraba por las ventanas y nos dolía porque había personas que estaban ahí. No nos dolía porque éramos católicos o ateos, nos dolía porque éramos seres humanos. Lo que hacemos es defender la raza humana. Si en este momento alguien viene con un niño y le quiere cortar en pedazos, la reacción del más ateo será querer defender a ese niño, de lo contrario deja de ser humano.

-¿Qué tipo de leyes es la que tendrían que promover los gobiernos?

        -Primero deben generar propuestas que mejoren la calidad educativa de nuestros países. El nivel educativo está en un promedio de 3 o 4 sobre diez. Las matemáticas y la lecto escritura no están bien impartidas. Entonces, si nuestros niños no aprenden a leer ni a escribir correctamente sería una ignorancia pedir que los mismos maestros, que ni siquiera están bien instruidos, enseñen a los chicos a usar anticonceptivos, que lo único que van a hacer es matarlos. Segundo, establecer políticas de salud, donde se creen más maternidades y espacios donde los chicos sepan lo que son las enfermedades de transmisión sexual. Que se diga la verdad, que se les diga que existen 55 tipos de enfermedades de transmisión sexual en el ambiente. Que las enfermedades de transmisión sexual no tienen que ver con el uso de preservativo solamente, porque hay enfermedades que se transmiten piel a piel, como el virus del papiloma humano que causa cáncer de útero. Que la clamidia es una enfermedad incurable que te deja estéril para toda tu vida. Eso es lo que le tienen que decir y no: "Ten sexo libremente". Finalmente, lo más importante dentro de las políticas es apoyar a las familias, es decir, que las familias grandes puedan tener, por ejemplo, rescisión de impuestos, sistemas accesibles de compras de casas, o sea, apoyarlas.

-¿Cómo ve el retorno de izquierdas en el continente?

        -El socialismo del siglo XXI es el típico discurso del que vive, come y gana como la derecha, pero habla el discurso de izquierda, y de izquierda no tiene absolutamente nada. Fijate la incoherencia, porque son los famosos revolucionarios que están en contra del imperio y están trabajando para el imperio de las Naciones Unidas, legalizando el aborto y estas leyes de salud sexual y reproductiva.

-Haciendo una comparación entre la militancia que hace ahora y la que hacía antes, ¿qué puede decir?

        -En la militancia del aborto solo vi muerte, jamás vi una mujer feliz entrar o salir de una clínica de esas. Yo pedía a las mujeres que aborten porque les decía que era su derecho. Para abortar existen miles de pretextos, la pobreza, tu felicidad, que ya tienes muchos hijos, que eres joven.

-¿Ahora qué responde ante esos pretextos?

        -Ninguna mujer que ha abortado sale con un título o con un cheque para solucionar sus problemas. Ninguna, después de abortar, puede encontrar un hombre o la felicidad en la puerta del abortuario. Lo único que puede causar el aborto es empeorar tu situación. Lo más cruel que uno puede decir es que matando a su hijo la mujer puede solucionar sus problemas. Eso es mentira. Después de abortar, ¿vas a ser millonario? Hay mujeres, de 40 o 50 años que han abortado y hoy gritan al cielo un hijo. Tienen llenas sus paredes de títulos pero no pueden tener niños. Tenemos un batallón de voluntarios en toda América Latina, en las puertas de un abortuario informando y prestando ayuda a las mujeres. El resultado es que más 200 mil niños, en estos 8 años de trabajo, han sido salvados del aborto. Solamente en Ecuador, en estos últimos años hemos salvado a 2000 niños, solamente estando en las puertas y dándoles una mano.

sábado, 30 de enero de 2010

¿Piensan los jóvenes?

 
 
 

Jaime Nubiola

Invitación a pensar


 

El miedo a lo definitivo

La impresión prácticamente unánime de quienes convivimos a diario con jóvenes es que, en su mayor parte, han renunciado a pensar por su cuenta y riesgo. Por este motivo aspiro a que mis clases sean una invitación a pensar, aunque no siempre lo consiga. En este sentido, adopté hace algunos años como lema de mis cursos unas palabras de Ludwig Wittgenstein en el prólogo de sus Philosophical Investigations en las que afirmaba que «no querría con mi libro ahorrarles a otros el pensar, sino, si fuera posible, estimularles a tener pensamientos propios».

Con toda seguridad este es el permanente ideal de todos los que nos dedicamos a la enseñanza, al menos en los niveles superiores. Sin embargo, la experiencia habitual nos muestra que la mayor parte de los jóvenes no desea tener pensamientos propios, porque están persuadidos de que eso genera problemas. «Quien piensa se raya» —dicen en su jerga—, o al menos corre el peligro de rayarse y, por consiguiente, de distanciarse de los demás. Muchos recuerdan incluso que en las ocasiones en que se propusieron pensar experimentaron el sufrimiento o la soledad y están ahora escarmentados. No merece la pena pensar —vienen a decir— si requiere tanto esfuerzo, causa angustia y, a fin de cuentas, separa de los demás. Más vale vivir al día, divertirse lo que uno pueda y ya está.

En consonancia con esta actitud, el estilo de vida juvenil es notoriamente superficial y efímero; es enemigo de todo compromiso. Los jóvenes no quieren pensar porque el pensamiento —por ejemplo, sobre las graves injusticias que atraviesan nuestra cultura— exige siempre una respuesta personal, un compromiso que sólo en contadas ocasiones están dispuestos a asumir. No queda ya ni rastro de aquellos ingenuos ideales de la revolución sesentayochista de sus padres y de los mayores de cincuenta años. «Ni quiero una chaqueta para toda la vida —escribía una valiosa estudiante de Comunicación en su blog— ni quiero un mueble para toda la vida, ni nada para toda la vida. Ahora mismo decir toda la vida me parece decir demasiado. Si esto sólo me pasa a mí, el problema es mío. Pero si este es un sentimiento generalizado tenemos un nuevo problema en la sociedad que se refleja en cada una de nuestras acciones. No queremos compromiso con absolutamente nada. Consumimos relaciones de calada en calada, decimos «te quiero» demasiado rápido: la primera discusión y en seguida la relación ha terminado. Nos da miedo comprometernos, nos da miedo la responsabilidad de tener que cuidar a alguien de por vida, por no hablar de querer para toda la vida».

Superficial, superfluo e inútil

El temor al compromiso de toda una generación que se refugia en la superficialidad, me parece algo tremendamente peligroso. No puede menos que venir a la memoria el lúcido análisis de Hannah Arendt sobre el mal. En una carta de marzo de 1952 a su maestro Karl Jaspers escribía que «el mal radical tiene que ver de alguna manera con el hacer que los seres humanos sean superfluos en cuanto seres humanos». Esto sucede —explicaba Arendt— cuando queda eliminada toda espontaneidad, cuando los individuos concretos y su capacidad creativa de pensar resultan superfluos. Superficialidad y superfluidad —añado yo— vienen a ser en última instancia lo mismo: quienes desean vivir sólo superficialmente acaban llevando una vida del todo superflua, una vida que está de más y que, por eso mismo, resulta a la larga nociva, insatisfactoria e inhumana.

De hecho, puede decirse sin cargar para nada las tintas que la mayoría de los universitarios de hoy en día se consideran realmente superfluos tanto en el ámbito intelectual como en un nivel más personal. No piensan que su papel trascienda mucho más allá de lograr unos grados académicos para perpetuar quizás el estatus social de sus progenitores. No les interesa la política, ni leen los periódicos salvo las crónicas deportivas, los anuncios de espectáculos y algunos cotilleos. Pensar es peligroso, dicen, y se conforman con divertirse. Comprometerse es arriesgado y se conforman en lo afectivo con las relaciones líquidas de las que con tanto éxito ha escrito Zygmunt Bauman.

A dónde nos lleva el no pensar

Resulta muy peligroso —para cada uno y para la sociedad en general— que la gente joven en su conjunto haya renunciado puerilmente a pensar. El que toda una generación no tenga apenas interés alguno en las cuestiones centrales del bien común, de la justicia, de la paz social, es muy alarmante. No pensar es realmente peligroso, porque al final son las modas y las corrientes de opinión difundidas por los medios de comunicación las que acaban moldeando el estilo de vida de toda una generación hasta sus menores entresijos. Sabemos bien que si la libertad no se ejerce día a día, el camino del pensamiento acaba siendo invadido por la selva, la sinrazón de los poderosos y las tendencias dominantes en boga.

Pero, ¿qué puede hacerse? Los profesores sabemos bien que no puede obligarse a nadie a pensar, que nada ni nadie puede sustituir esa íntima actividad del espíritu humano que tiene tanto de aventura personal. Lo que sí podemos hacer siempre es empeñarnos en dar ejemplo, en estimular a nuestros alumnos —como aspiraba Wittgenstein— a tener pensamientos propios. Podremos hacerlo a menudo a través de nuestra escucha paciente y, en algunos casos, invitándoles a escribir. No se trata de malgastar nuestra enseñanza lamentándonos de la situación de la juventud actual, sino que más bien hay que hacerse joven para llegar a comprenderles y poder establecer así un puente afectivo que les estimule a pensar.

Respondiendo los Argumentos Científicos del Movimiento Homosexual


Varios investigadores han tratado de encontrar una causa biológica para la atracción entre seres del mismo sexo.
Autor: . | Fuente: accionfamilia.org


 

En su esfuerzo por dar a la homosexualidad todas las apariencias de normalidad, el movimiento homosexual se ha vuelto hacia la ciencia, intentando probar tres premisas mayores:

· la homosexualidad es genética o innata;

· la homosexualidad es irreversible;

· una vez que hay animales que tienen vida sexual con otros del mismo sexo, esto es natural.

Los medios de izquierda han estado demasiado dispuestos a anticipar el veredicto de la comunidad científica y difundir la falsa impresión de que la ciencia valida la homosexualidad. La evidencia no podía ser más contraria.

"¡Yo nací de esa forma!"

El argumento de que los homosexuales
"nacieron de esa forma" o de que "está en los genes" condujo a la búsqueda del gen homosexual. Tres proyectos de investigación han sido comúnmente mal interpretados para apoyar esa conclusión, en especial las del Dr. Simon LeVay, Drs. J. Michael Bailey y Richard C. Pillard, y Dr. Dean Hamer.[1]

La Asociación Médica Norteamericana resume los hechos en Homosexualidad y Esperanza:

Varios investigadores han tratado de encontrar una causa biológica para la atracción entre seres del mismo sexo. Los medios de comunicación han promovido la idea de que un "gen gay" ya ha sido descubierto pero, a pesar de varios intentos, ninguno de los muy publicitados estudiosha sido científicamente demostrado. Varios autores han revisado cuidadosamente estos estudios y encontrado que, no sólo éstos no prueban la base genética para la atracción por el mismo sexo, sino que ni siquiera contienen tales declaraciones

Si la atracción por el mismo sexo estuviese genéticamente determinada, entonces uno esperaría que gemelos idénticos sean idénticos en sus atracciones sexuales. Hay, sin embargo, numerosos informes de gemelos idénticos que no son idénticos en sus atracciones sexuales.[2]

El Estudio del Dr. Simon LeVay

La investigación del Dr. LeVay sobre el cerebro enfocó una agrupación de células en el hipotálamo conocidas como INAH-3. Él alegó haber encontrado "sutiles, pero significativas diferencias" entre las estructuras cerebrales de hombres homosexuales y normales. Concluyó el resumen de su estudio diciendo: "Este encuentro sugiere que la orientación sexual tiene un substrato biológico."[3]

Fue tanta y tan descabellada la especulación que siguió a la publicación de su estudio en Science Magazine que el Dr. LeVay se sintió impelido a enmendarlo. En 1993, escribió:

Para muchas personas, encontrar una diferencia en la estructura cerebral entre hombres homosexuales y normales equivale a probar que los homosexuales son "nacidos de esa forma". Una y otra vez he sido definido como alguien que "probó que la homosexualidad es genética," o algo como eso. No lo hice. Mis observaciones fueron hechas sólo en adultos que fueron sexualmente activos por un período considerable de tiempo. No es posible, sólo con base en mis observaciones, decir si las diferencias estructurales estaban presentes al nacer, y más tarde influenciaron a los hombres a hacerse homosexuales o normales; o si surgieron en la vida adulta, quizá como resultado de su conducta sexual.[4]

La insistencia del Dr. LeVay en observaciones más amplias es el punto capital de todo el problema. Explicando la investigación hecha por un profesor de neurología en la Universidad de California en Berkeley, Dr. A. Dean Byrd dice:

[El Profesor] Breedlove concluyó que el cerebro no es un órgano estático. Cambia y se ajusta al comportamiento, y, en el caso de este estudio, específicamente a la conducta sexual. Así, cuando alguien realiza un acto particular repetidamente, ciertos circuitos nerviosos en el cerebro son fortalecidos. Como el cerebro es un órgano físico, cuando estos circuitos nerviosos son fortalecidos, se reflejan en la química del cerebro. Alguien que repetidamente juega basketball tendrá un cerebro diferente de alguien que estudia ciencia de cohetes. Asimismo, el comportamiento de una persona homosexual produce probablemente una estructura cerebral diferente. Estudios como el de LeVay, aunque sean concluyentes, sólo muestran lo que la ciencia ya sabe sobre el cerebro.[5]

El Estudio de Bailey y Pillard

El Estudio de Bailey y Pillard se centró en gemelos. Como el estudio de la Asociación Médica Católica señala, si la homosexualidad es genética, gemelos idénticos, que comparten el mismo código genético, deberían tener actitudes idénticas hacia la homosexualidad.

Sin embargo, los Drs. Bailey y Pillard no pudieron establecer esto. Su estudio probó que, cuando un mellizo era homosexual, había aproximadamente una probabilidad 50/50 de que el otro mellizo fuese también homosexual. No obstante, esta probabilidad 50/50 es más bien atribuible a la influencia de la cultura circundante y a la del otro mellizo.

Como el Dr. Byrd señala: "El único punto esencial que emerge de la investigación de Bailey y Pillard realmente probó que las influencias ambientales juegan un fuerte papel en el desarrollo de la homosexualidad."[6]

El estudio de Dr. Dean H. Hamer

Mucha gente equivocadamente cree que Dr. Dean H. Hamer descubrió el "gen gay". Su investigación de DNA enfocó un pequeño trecho del cromosoma X en la posición Xq28. Después de analizar esta secuencia DNA en cuarenta pares de hermanos homosexuales, concluyó que los mismos marcadores genéticos existían en el 83% de ellos.

Sus hallazgos fueron mal interpretados como prueba que la homosexualidad es genética y hereditaria. Sin embargo, como el mismo Dr. Hamer afirmó:

El linaje no produjo lo que originalmente esperábamos encontrar: simple herencia Mendeliana. De hecho, nunca encontramos una sola familia en la cual la homosexualidad estuviese distribuida en el obvio modelo que Mendel observó en sus plantas de guisantes.[7]

El Dr. George Rice repitió la investigación del Dr. Hamer, pero con diferentes resultados. Esto llevó al Dr. Rice a concluir: "Nuestros datos no apoyan la presencia de un gen de amplio efecto que influencie la orientación sexual en la posición Xq28."[8]

Neil Whitehead, un Ph.D. en bioquímica, afirmó: "la homosexualidad no es innata, no está dictada genéticamente, no es inmutable."[9]

"¡Yo no puedo cambiar!"
Nada es más devastador para la agenda homosexual que la afirmación de que la homosexualidad puede ser curada. En realidad, si la homosexualidad es genética, dominante e irreversible, entonces nadie es responsable por actos de desvío sexual, una vez que no puede ser resistida o cambiada cuando se lo desea.

El hecho innegable, sin embargo, es que, actuando sobre el comportamiento homosexual pasado, la terapia psicológica probó ser exitosa en disminuir, y en muchos casos aun en eliminar, la atracción indeseada por el mismo sexo. Esto desconcierta a los activistas homosexuales radicales.[10]

Por esta razón, el movimiento homosexual ostenta una marcada aversión hacia aquellos que sugerirían que la homosexualidad puede ser revertida o curada. Por ejemplo, el Dr. C. C. Tripp declaró en un debate público: "No hay una sola instancia registrada de un cambio en orientación homosexual que haya sido validada por jueces externos o probada."[11]

Basado en su experiencia profesional, el Dr. Lawrence Hatterer respondió:

Yo he "curado" a muchos homosexuales. Cualquier otro investigador puede examinar mi trabajo porque está todo documentado en 10 años de cintas magnéticas. Muchos de estos pacientes "curados" (prefiero usar la palabra "cambiados") se han casado, tenido familias y vivido felices. Es un mito destructivo que "una vez que se es homosexual, siempre lo será."[12]

Enfrentado con la evidencia, aun el Dr. Robert L. Spitzer, que dirigió la campaña en la Asociación Psiquiátrica Norteamericana para dejar de publicar la inclusión de la homosexualidad en la lista de desórdenes psiquiátricos, cambió de opinión: "Como la mayoría de los psiquiatras, yo pensaba que el comportamiento homosexual no podía ser resistido, pues la orientación sexual no podía ser cambiada. Ahora creo que eso es falso -algunas personas pueden hacer y hacen el cambio."[13]

En 2001, en un estudio sobre 200 ex-homosexuales, el Dr. Spitzer encontró que la religión era una razón muy importante por la que muchos abandonaron la homosexualidad: "Las dos razones más comunes para buscar el cambio eran que vivir como un homosexual o lesbiana ya no era satisfactorio (81%) y que el comportamiento homosexual estaba reñido con la religión del participante (79%)."[14]

Los resultados significativamente positivos de la terapia simplemente no pueden ser ignorados. La declaración Homosexualidad y Esperanza, de la Asociación Médica Católica observa:

Varios terapeutas han escrito ampliamente sobre los resultados positivos de la terapia de la atracción homosexual. Revistas de tratamiento para las atracciones no deseadas hacia el mismo sexo muestran que es tan exitoso como el tratamiento para problemas psicológicos similares: alrededor del 30% se libera de los síntomas y otro 30% experimenta una mejoría.

Relatos de terapeutas individuales han sido igualmente positivos. Esto es sólo una muestra representativa de los terapeutas que relatan resultados exitosos en el tratamiento de personas que experimentan atracción hacia el mismo sexo.[15]

Si la terapia para la atracción no deseada por el mismo sexo registra una tasa de éxito del 30% (y otro 30% son parcialmente curados) en la sociedad hedonista de hoy, ¿cuán mayor éxito podría esperarse en una cultura verdaderamente católica que proporcione todos los elementos para la práctica de la virtud?

"Si animales lo hacen, entonces debe ser natural"

Enterados de la debilidad científica de sus dos primeras premisas, los activistas homosexuales a menudo usan la tercera premisa basada, en el comportamiento animal.

El raciocinio que existe detrás de esta tercera premisa científica homosexual podría ser formulado así: "El comportamiento homosexual se observa en animales. Los animales siguen sus instintos de acuerdo con su naturaleza. Por tanto, la homosexualidad está de acuerdo con la naturaleza animal. Una vez que el hombre es también animal, entonces la homosexualidad debe también estar de acuerdo con la naturaleza humana."

¿El infanticidio y el canibalismo son parte de la naturaleza humana?

Esta línea de razonamiento homosexual es insostenible. Aquellos que observan los actos aparentemente homosexuales entre animales deben aceptar también que otras formas de comportamiento animal tales como que los padres maten a sus descendientes, o que algunas especies se devoren entre sí, están también de acuerdo con la naturaleza animal.[16]

Aplicando este raciocinio al hombre (porque también es animal) forzaría a aceptar la conclusión absurda de que el infanticidio y el canibalismo están de acuerdo con la naturaleza humana.[17]

No existe en los animales un "instinto homosexual"

Cualquiera que se ocupe de la más elemental observación animal es forzado a concluir que la "homosexualidad" animal, el infanticidio y el canibalismo son excepciones del comportamiento normal animal. En consecuencia, no se puede hablar de ellos como instintos en la naturaleza animal. Estas formas observables y excepcionales de comportamiento animal resultan de otros factores más allá de los instintos normales.

Explicando el problema: estímulos que se chocan e instintos confusos

Explicando el problema de estos comportamientos, la primera observación que debe ser hecha es que los instintos animales no están atados por el determinismo absoluto de la leyes físicas que gobiernan el mundo mineral. En varios grados, todos los seres vivos pueden adaptarse en algo a las circunstancias. Ellos responden a estímulos internos o externos.

En segundo lugar, la cognición animal es puramente sensorial, limitada a los sonidos, a los olores, al tacto, al gusto y a las imágenes. Así, ellos no tienen la precisión y claridad de la percepción intelectual humana. Por tanto, no es infrecuente que animales confundan una sensación con otra o un objeto con otro.

Los instintos mueven al animal hacia un fin de acuerdo con su naturaleza. Sin embargo, la confianza espontánea del impulso instintivo puede sufrir modificaciones en su curso, como otras imágenes sensoriales, percepciones o la memoria pueden entrar en juego, como nuevos estímulos que afectan el comportamiento del animal. También, el conflicto de dos o más instintos puede a veces modificar el impulso original.

En el hombre, cuando dos reacciones instintivas se chocan, el intelecto determina el mejor curso a seguir, y la voluntad entonces refrena un instinto mientras estimula el otro.

En los animales, dada la ausencia de intelecto y voluntad, cuando dos impulsos instintivos se chocan, prevalece aquel más favorecido por las circunstancias. Esto resulta en casos observables de filicidio animal, canibalismo y "homosexualidad."

Filicidio animal

Sarah Hartwell explica que las gatas matan a sus crías porque reciben señales mezcladas de sus instintos:

La mayoría de las gatas pueden conmutar entre el "modo jugar" y el "modo cazar" para no dañar a sus crías. En los gatos este desconectar el "modo cazar" puede ser incompleto y, cuando ellas se agitan mucho en el juego, el instinto "cazador" es forzado y ellas pueden matar a los gatitos. El instinto cazador es tan fuerte, y es tan duro desactivarlo cuando la presa está presente, que el descuartizar y aun el comer los gatitos pueden seguirse. Compare el tamaño, sonido y actividad de gatitos con el tamaño, sonido y actividad de la presa. Ambos son pequeños, tienen voces chillonas y tienen movimientos rápidos y erráticos. Todo esto dispara el comportamiento cazador. En el gato, el comportamiento maternal no siempre puede sobrepasar el comportamiento cazador y él trata a los gatitos exactamente del mismo modo como trataría una presa pequeña. Sus instintos están confusos.[18]

Canibalismo animal


A respecto del canibalismo animal la revista Iran Nature and Wildlife Magazine comenta:

[Un] caníbal es un animal que se alimenta de otros de su propia especie. Alrededor de 140 diferentes especies muestran tendencias caníbales bajo varias condiciones. El canibalismo es más común entre vertebrados inferiores e invertebrados, a menudo debido a que el animal depredador toma erradamente a uno de sus propios por presa. Pero también ocurre entre pájaros y mamíferos, especialmente cuando la comida es escasa.[19]

Comportamiento animal "homosexual"

Exactamente porque los animales carecen de razón, sus medios de expresar sus estados afectivos (temor, placer, dolor, deseo, etc.) son limitados. Los animales carecen de los ricos recursos de que el hombre dispone de adaptar su modo de hablar, mirar y hacer gestos para expresar sentimientos. En consecuencia, los animales a menudo expresan ambiguamente sus estados afectivos. Ellos piden prestados, por así decir, las manifestaciones del instinto de reproducción para manifestar los instintos de dominio, agresividad, temor, gregarismo, etc.

Un ejemplo típico de este fenómeno puede ser visto con bonobos. Estos mamíferos de la familia de los chimpancés tienen un comportamiento sexual similar. Estas actitudes sexuales son su manera de expresar dominio, temor, aceptación y otros estados afectivos. Así, Frans B. M. de Waal, que gastó cientos de horas observando y filmando bonobos, dice:

Hay dos razones para creer que la actividad sexual [comportamiento] es la respuesta del bonobo para evitar conflicto. Primero, cualquier cosa, no solamente el alimento, que despierta el interés de más de un bonobo a la vez tiende a resultar en contacto sexual. Si dos bonobos se aproximan a una caja de cartón lanzada dentro de su jaula, ellos rápidamente montarán encima del otro antes de jugar con la caja. Tales situaciones conducen a riñas en la mayoría de las otras especies. Pero los bonobos son bastante tolerantes, quizá porque ellos usan el sexo para distraer la atención y diluir la tensión.

Segundo, el sexo de los bonobos a menudo se realiza en contextos agresivos, sin relación alguna con la comida. Un macho celoso podría expulsar a otro lejos de la hembra, después de lo cual los dos machos se reúnen y frotan sus genitales. O después de que una hembra golpea a una cría, la madre de esta última puede embestir a la agresora, una acción que es inmediatamente seguida por frotamiento de genitales entre las dos adultas.[20]

Otra explicación para el comportamiento "homosexual" aparente entre animales es la confusión al identificar el otro sexo. Mientras más bajas sean las especies en la escala animal, más tenues y difíciles de detectar son las diferencias entre sexos, llevando a una confusión más frecuente.

En todo caso, permanece el hecho de que, cualesquiera sean las apariencias "homosexuales" que el comportamiento animal pueda asumir, ellas no vienen de un instinto "homosexual" que sea parte de la naturaleza animal. El Dr. Antonio Pardo, Profesor de Bioética en la Universidad de Navarra, España, explica:

Hablando en términos precisos, la homosexualidad no existe entre animales. Por razones de supervivencia, el instinto reproductivo entre animales es siempre dirigido hacia un individuo del sexo opuesto. Por tanto, un animal nunca puede ser homosexual como tal. Sin embargo, la interacción de otros instintos (particularmente el dominio) puede resultar en comportamiento que parezca ser homosexual. Tal comportamiento no puede ser considerado equivalente a una homosexualidad animal. Todo lo que significa es que el comportamiento sexual animal abarca aspectos más allá de la reproducción.[21]

En conclusión, la homosexualidad es no sólo contraria a la naturaleza racional del hombre, mas aun a la naturaleza animal.


notas

[1]Simon LeVay, "A Difference in Hypothalamic Structure Between Heterosexual and Homosexual Men," 253 Science, 1034 (1991). J. Michael Bailey and Richard C. Pillard, "A Genetic Study of Male Sexual Orientation," 48 Archives of General Psychiatry, 1089 (1991). Dean H. Hamer et al., "A Linkage Between DNA Markers on the X Chromosome and Male Sexual Orientation" in The Science of Desire (New York: Simon & Schuster, 1995), Apéndice A.

[2] Homosexuality and Hope (Catholic Medical Association, 2000) p. 2. (Las notas son omitidas.) Ver también Gerard J.M. van den Aardweg, p. 25.

[3] Simon LeVay, The Sexual Brain (Cambridge, Mass.: The MIT Press, 1993), p. xii.

[4] Ibid., p. 122.

[5] Dr. A. Dean Byrd and Stony Olsen, "Homosexuality: Innate and Immutable?" Regent University Law Review, Vol. 14, pp. 516-517. (Original footnotes omitted.)

[6] Ibid., p. 523.

[7]Hamer and Copeland, p. 104.

[8]George Rice, et al., "Male Homosexuality: Absence of Linkage to Microsatellite Markers at Xq28," Science, Vol. 284, p. 667.

[9] Neil and Briar Whitehead, My Genes Made Me Do It! A Scientific Look at Sexual Orientation (Lafayette, La.: Huntington House Publishers, 1999), p. 9.

[10] Testimonios personales de ex-homosexuales pueden encontrarse en: www.narth.com/menus/interviews.html y http://couragerc.net/MemberTestimonies.html.

Para ejemplos sobre la animosidad los pro-homosexuales contra las terapias exitosas, ver: Dr. Gregory Herek, www.psychology.ucdavis.edu/rainbow/html/facts_changing.html, DignityUSA at www.dignityusa.org/news/981008exgay.html, GLAAD, www.glaad.org/media/archive_detail.php?id=133.

[11]Homosexuality and Hope, p. 6.

[12] Ibid.

[13] "Prominent Psychiatrist Announces New Study Results: Some Gays Can Change," www.narth.com/docs/spitzer2.html.

[14] Warren Throckmorton, "Initial Empirical and Clinical Findings Concerning the Change Process of Ex-Gays," Professional Psychology: Research and Practice, 2002, Vol. 3, p. 246.

[15] Homosexuality and Hope, p. 7.

[16] Cf. Sarah Hartwell, "Cats that kill kittens," www.messybeast.com/kill_kit.htm. Also, "Cannibalism in Animals," www.hamshahri.org/musiems/daarabad/inwm/no.8/english/wnw/wnw01.html.

[17] "Es un error frecuente el comparar los comportamientos humanos y animales, como si tuviéramos la misma naturaleza. Vemos, por ejemplo, actos de inenarrable ferocidad entre animales, como la muerte de las crías, de los individuos más débiles, y las parejas después de aparearse. Esto no significa que los hombres deban ajustar sus vidas a los patrones seguidos por los seres irracionales, no dotados de una conciencia individual. Las leyes que rigen el comportamiento humano son de una naturaleza diferente y deben ser buscadas donde Dios las inscribió, es decir, en la naturaleza humana". (Bruto Maria Bruti, Domande e risposte sul problema dellomosessualità, www.paginecattoliche.it/domande_omosessualita.htm).

[18] Sarah Hartwell, "Cats that kill kittens." (Destaques nuestros)

[19] "Cannibalism in Animals." (Destaques nuestros.)

[20]Frans B. M. de Waal, "Bonobo Sex and Society," Scientific American, Mar. 1995, pp. 82-88, www.songweaver.com/info/bonobos.html. (Our emphasis.)

[21] Antonio Pardo, "Aspectos médicos de la homosexualidad," Nuestro Tiempo, Jul./Aug. 1995, pp. 82-89.


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Homosexualidad

jueves, 28 de enero de 2010

Es urgente proponer valores a los jóvenes, afirma el Papa

Se requieren respuestas nuevas y creativas a los problemas actuales, afrma

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 28 de enero de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI invitó a los miembros de las Academias Pontificias a ofrecer respuestas "adecuadas" y "creativas" a los problemas que plantea la cultura contemporánea, recurriendo siempre a "las riquezas de la tradición cristiana".

En particular, es necesario "ofrecer valores" a las jóvenes generaciones, en una sociedad dominada por el "relativismo" y el "subjetivismo".

El pontífice recibió hoy en audiencia a los miembros de las Academias Pontificias de Santo Tomás de Aquino, de Teología, de Arqueología, de la Inmaculada, de Bellas Artes, Cultorum martyrum, y la Academia Mariana, durante su tradicional sesión pública anual.

Recordando que hoy se celebra, precisamente, la memoria de santo Tomás de Aquino – a cuyo pensamiento está dedicada toda una Academia – Benedicto XVI invitó a los miembros y expertos de las Academias a "confiar en la posibilidad de la razón humana", manteniendo la fidelidad al "depósito de la fe", a la hora de afrontar las cuestiones que plantea el diálogo con las culturas.

"Es necesario que las Pontificias Academias sean hoy más que nunca Instituciones vitales y vivaces, capaces de percibir agudamente tanto las preguntas de la sociedad y de las culturas, como las necesidades y las expectativas de la Iglesia", afirmó.

El objetivo de trabajo de las Academias Pontificas debe ser, explicó el Papa, "promover, con todas las energías y los medios a disposición, un auténtico humanismo cristiano".

"La cultura contemporánea, y aún más los propios creyentes, solicitan continuamente la reflexión y la acción de la Iglesiaen los diversos ámbitos en los que surgen nuevas problemáticas y que constituyen también sectores en los que trabajáis".

Estos sectores, explicó el Papa, son "la búsqueda filosófica y teológica; la reflexión sobre la figura de la Virgen María; el estudio de la historia, de los monumentos, de los testimonios recibidos en herencia por los fieles de las primeras generaciones cristianas, comenzando por los mártires; el delicado e importante diálogo entre la fe cristiana y la creatividad artística".

En este sentido, invitó a los académicos a "ofrecer una contribución cualificada, competente y apasionada, para que toda la Iglesia, y en particular la Santa Sede, pueda disponer de ocasiones, de lenguajes y de medios adecuados para dialogar con las culturas contemporáneas".

Con ello, la Iglesia podrá "responder eficazmente a las preguntas y a los desafíos que la interpelan en los diversos ámbitos del saber y de la experiencia humana".

Jóvenes

En particular, el Papa mostró si preocupación por los jóvenes, cuya formación se resiente a causa de la pérdida de valores de las sociedades occidentales.

"Como he afirmado muchas veces, la cultura de hoy se resiente fuertemente, tanto de una visión dominada por el relativismo y el subjetivismo, como por métodos y actitudes a veces superficiales e incluso banales".

Esta superficialidad cultural "daña la seriedad de la investigación y de la reflexión y, en consecuencia también el diálogo, la comparación y la comunicación interpersonal".

Por tanto, el Papa afirma que es necesario "volver a crear las condiciones esenciales de una capacidad real de profundización en el estudio y en la investigación, para que se dialogue racionalmente y se confronte eficazmente sobre las diversas problemáticas, en la perspectiva de un crecimiento común y de una formación que promueva al hombre en su integridad y compleción".

Esta "carencia de puntos de referencia ideales y morales" afecta a "la convivencia civil y sobre todo la formación de las generaciones jóvenes", advirtió.

En este sentido, afirmó que es necesario realizar "una oferta ideal y práctica de valores y de verdades, de razones fuertes de vida y de esperanza, que pueda y deba interesar a todos, sobre todo a los jóvenes".

Por Inma Álvarez

miércoles, 27 de enero de 2010

¿Qué podemos hacer los padres?

 
 

Aníbal Cuevas

La felicidad de andar por casa


 


 

         En primer lugar debemos considerar que nuestro papel es fundamental para el buen funcionamiento de nuestra familia. Es tan importante el padre como la madre para que los hijos crezcan equilibrados.

        Saber distinguir lo que es importante de lo que es urgente. Urgente es todo en el trabajo y en las relaciones sociales. Importante es nuestra mujer y nuestros hijos. Es necesario poner orden en la cabeza y priorizar, empezando por lo importante.

        La seguridad que proporciona el varón a su mujer y a sus hijos no la puede suplir nadie, y la tarea de educar es siempre mucho más efectiva cuando se hace entre dos. Nuestros hijos nos necesitan a nosotros, no nuestro dinero ni nuestro prestigio social y autoestima. Que si acaso, necesitamos nosotros.

        Hacer las cosas que debemos, cuando no coincide con nuestras apetencia, requiere esfuerzo. La fortaleza es la virtud de los convencidos. Si sabemos que nuestra mujer e hijos nos necesitan, y nos necesitan igual que nosotros a ellos, ¿por qué no ponernos en marcha?

        Los hombres necesitamos que se nos reconozca y se nos aplauda. ¿Por qué buscar eso fuera de casa? ¿Por qué hacemos que nuestra autoestima dependa del trabajo profesional y no de nuestros hijos?

martes, 26 de enero de 2010

«El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios
al servicio de la Palabra»


Mensaje del Santo Padre, Benedicto XVI, para la
XVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
 

 La Jornada se celebra, desde 1967, el domingo de la
Ascensión del Señor (16 de mayo de 2010)

 
 

Queridos hermanos y hermanas:

El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales –«El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra»– se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal, y pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra. Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los nuevos medios de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y de contacto con el propio territorio, instaurado en muchos casos formas de diálogo aún de mayor alcance. Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal.

La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos. La Iglesia, convocada por la Palabra, es signo e instrumento de la comunión que Dios establece con el hombre y que cada sacerdote está llamado a edificar en Él y con Él. En esto reside la altísima dignidad y belleza de la misión sacerdotal, en la que se opera de manera privilegiada lo que afirma el apóstol Pablo: «Dice la Escritura: "Nadie que cree en Él quedará defraudado"… Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará". Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en Él? ¿Cómo van a creer si no oyen hablar de Él? ¿Y cómo van a oír sin alguien que les predique? ¿Y cómo van a predicar si no los envían?» (Rm 10,11.13-15).

Las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han convertido en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a estas preguntas, que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que se notan especialmente en el mundo juvenil. En verdad el mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio de una «nueva historia», porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra.

Sin embargo, la creciente multimedialidad y la gran variedad de funciones que hay en la comunicación, pueden comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo por la mera exigencia de hacerse presentes, considerando internet solamente, y de manera errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario, se pide a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, para ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a través de las muchas «voces» surgidas en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis.

El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo. Para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios –adquirido también en el período de formación– con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante diálogo con el Señor. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la «red».

También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En efecto, la pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a la humanidad desorientada de hoy que «Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente» (Discurso a la Curia romana para el intercambio de felicitaciones navideñas, 21 diciembre 2009).

¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a través de la propia competencia en el campo de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? ¿Quién mejor que él para presentar la sabiduría religiosa del pasado como una riqueza a la que recurrir para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro? Quien trabaja como consagrado en los medios, tiene la tarea de allanar el camino a nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano y la atención a las personas y a sus auténticas necesidades espirituales. Le corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro tiempo «digital» los signos necesarios para reconocer al Señor; darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral. La Palabra podrá así navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y decir de nuevo: «Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos» (Ap 3, 20).

En el Mensaje del año pasado animé a los responsables de los procesos comunicativos a promover una cultura de respeto por la dignidad y el valor de la persona humana. Ésta es una de las formas en que la Iglesia está llamada a ejercer una «diaconía de la cultura» en el «continente digital». Con el Evangelio en las manos y en el corazón, es necesario reafirmar que hemos de continuar preparando los caminos que conducen a la Palabra de Dios, sin descuidar una atención particular a quien está en actitud de búsqueda. Más aún, procurando mantener viva esa búsqueda como primer paso de la evangelización. Así, una pastoral en el mundo digital está llamada a tener en cuenta también a quienes no creen y desconfían, pero que llevan en el corazón los deseos de absoluto y de verdades perennes, pues esos medios permiten entrar en contacto con creyentes de cualquier religión, con no creyentes y con personas de todas las culturas. Así como el profeta Isaías llegó a imaginar una casa de oración para todos los pueblos (cf. Is 56,7), quizá sea posible imaginar que podamos abrir en la red un espacio –como el «patio de los gentiles» del Templo de Jerusalén– también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido.

El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano. Los nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que lo invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva sobre todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en la oración; al que anunciamos con la predicación y el testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y celebramos en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa Eucaristía y la Reconciliación.

Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las oportunidades específicas que ofrece la moderna comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva «ágora» que han dado a luz los nuevos medios de comunicación.

Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios y del Santo Cura de Ars, y con afecto imparto a cada uno la Bendición Apostólica.

 
 

Vaticano, 24 de enero 2010
Fiesta de San Francisco de Sales.

Benedicto XVI

Para meditar sobre el valor de la amistad

XXI

Entonces apareció el zorro:

—¡Buenos días! —dijo el zorro.

—¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.

—Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.

—¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!

—Soy un zorro —dijo el zorro.

—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!

—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.

—¡Ah, perdón! —dijo el principito.

Pero después de una breve reflexión, añadió:

—¿Qué significa "domesticar"?

—Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?

—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa "domesticar"?

—Los hombres —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?

—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? —volvió a preguntar el principito.

—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa "crear vínculos... "

—¿Crear vínculos?

—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...

—Comienzo a comprender —dijo el principito—. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...

—Es posible —concedió el zorro—, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.

—¡Oh, no es en la Tierra! —exclamó el principito.

El zorro pareció intrigado:

—¿En otro planeta?

—Sí.

—¿Hay cazadores en ese planeta?

—No.

—¡Qué interesante! ¿Y gallinas?

—No.

—Nada es perfecto —suspiró el zorro.

Y después volviendo a su idea:

—Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.

El zorro se calló y miró un buen rato al principito:

—Por favor... domestícame —le dijo.

—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.

—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!

—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.

—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

El principito volvió al día siguiente.

—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.

—¿Qué es un rito? —inquirió el principito.

—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:

—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.

—Tuya es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...

—Ciertamente —dijo el zorro.

—¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.

—¡Seguro!

—No ganas nada.

—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo.

Y luego añadió:

—Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.

El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:

—No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:

—Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

—Adiós —le dijo.

—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.

—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.

—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.

—Es el tiempo que yo he perdido con ella... —repitió el principito para recordarlo.

—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...

—Yo soy responsable de mi rosa... —repitió el principito a fin de recordarlo.

•••"LA PATRIA" DE LEONARDO CASTELLANI•••


 

Nuestra bandera nació en un pelado pedazo de pampa, junto al río inmenso y melancólico, en tiempos de guerra y de heroico apuro. No es símbolo de ninguna herejía, no es símbolo de ningún capitalismo, de ningún imperialismo, de ningún rencor fratricida; no ha amparado piratería ni conquistas injustas, ni siquiera venganzas criminales… yo quisiera decir que los males que sufrimos hoy como pueblo los argentinos no son fruto de los crímenes nacionales, sino más bien de la imprevisión y de ingenuidad, de superficialidad y de ignorancia en último caso.

Pero como la ignorancia también es pecado cuando es culpable, lo mismo que la violencia, y la pereza intelectual es uno de los siete pecados capitales, y uno de los "siete sabios de Grecia", Pítaco, al lado del "conócete a ti mismo", puso este mandato: "CULTIVA TU INTELIGENCIA, ESTUDIA CONTINUAMENTE, CONOCE A LOS DIOSES".

Así como existe un amor informe a la patria, que es el amor del salvaje a su clan (no basta ser independiente para ser Patria, no hay nadie más independiente que el salvaje), así existe un amor falsificado.

Es el amor de los que hacen de su Nación un absoluto, le ponen atributos divinos, idolatran en ella, venden a ella su alma, y le hacen sacrificios humanos, lo cual se llama hoy: ultra-nacionalismo o estatolatría.

El hombre es animal adorante, cuando no adora al Dios sumo, se adora a sí mismo en las obras de sus manos. "No adoraras la obra de tus manos -dice el Libro Santo-, no te harás ídolos de madera, de marfil y de oro". 

El estado es la gran obra de las manos del hombre, es la suprema creación del intelecto práctico, dice Santo Tomás. Pero eso no quiere decir que el amor patrio sea malo, sino que lo es su corrupción. Puesto que las peores corrupciones, son las corrupciones de las cosas buenas.

…Entonces, ¡Oh jóvenes argentinos que me escucháis!, nuestro deber es cerrar filas al lado de nuestra bandera, abrir los ojos y corazones, renunciar a todo odio excesivo y particularismo, lidiar nuestras luchas internas, que son necesarias, sin pecar jamás gravemente contra la concordia nacional, sin faltar a la caridad social y a la justicia fundamental, sin hacer de ningún hermano argentino un enemigo irreconciliable; odiar al error sin odiar a los que yerran, al pecado sin odiar a los pecadores.

(FRAGMENTOS DEL DISCURSO DE LEONARDO CASTELLANI EL 20 DE JUNIO DE 1944)

martes, 19 de enero de 2010

Secularismo y formación sacerdotal

Thursday, June 25, 2009
Jean-Louis Bruguès


 

Este artículo corresponde al discurso del secretario de la Congregación para la Educación Católica, Mons. Bruguès, (Formación para el sacerdocio: entre el secularismo y los modelos de Iglesia) a los rectores de los seminarios pontificios, publicado en la edición de "L 'Osservatore Romano" del 3 de junio de 2009.

Siempre es arriesgado explicar una situación social a partir de una sola interpretación. Sin embargo, algunas claves abren más puertas que otras. Desde hace mucho estoy convencido del hecho que la secularización se ha convertido en una palabra-clave para pensar hoya nuestras sociedades, pero también a nuestra Iglesia. La secularización representa un proceso histórico muy antiguo, porque nació en Francia a mitad del siglo XVIII, antes de extenderse al conjunto de las sociedades modernas. Sin embargo, la secularización de la sociedad varía mucho de un país a otro.

En Francia y en Bélgica, por ejemplo, ella tiende a desterrar de la esfera pública los signos de la pertenencia religiosa y a remitir la fe a la esfera privada. Se observa la misma tendencia, pero menos fuerte, en España, en Portugal y en Gran Bretaña. En Estados Unidos, por el contrario, la secularización se armoniza fácilmente con la expresión pública de las convicciones religiosas, lo cual hemos poder visualizarlo también con ocasión de las últimas elecciones presidenciales.

Desde hace una década a esta parte ha surgido entre los especialistas un debate muy interesante. Hasta ahora, parecía que se debía dar por descontado que la secularización a la europea constituía la regla y el modelo, mientras que la de tipo americano constituía la excepción. Pero ahora son numerosos los que -por ejemplo, Jürgen Habermas- piensan que es verdad lo opuesto y que también en la Europa post-moderna las religiones desempeñarán un nuevo rol social.

Recomenzar desde el Catecismo

Cualquiera sea la forma que haya asumido, la secularización ha provocado en nuestros país un derrumbe de la cultura cristiana. Los jóvenes que se presentan en nuestros seminarios no conocen nada o casi nada de la doctrina católica, de la historia de la Iglesia y de sus costumbres. Esta incultura generalizada nos obliga a efectuar revisiones importantes en la práctica que se ha seguido hasta ahora. Mencionaré dos.

En primer lugar, me parece indispensable prever para estos jóvenes un período —un año o más— de formación inicial, de "recuperación'de tipo catequético y cultural al mismo tiempo. Los programas pueden ser concebidos en forma diferente, en función de las necesidades específicas de cada región. Personalmente, pienso en un año entero dedicado a la asimilación del Catecismo de la Iglesia Católica, el cual está presentado en la forma de un compendio muy completo.

En segundo lugar, sería necesario revisar nuestros programas de formación. Los jóvenes que ingresan al seminario saben que no saben. Son humildes y están deseosos de asimilar el mensaje de la Iglesia. Se puede trabajar verdaderamente bien con ellos. Su falta de cultura tiene de positivo que no cargan con los prejuicios negativos de sus hermanos mayores, lo cual constituye una feliz circunstancia, gracias a lo cual podemos construir sobre una "tabla rasa". Éste es el motivo por el que estoy a favor de una formación teológica sintética, orgánica y que apunte a lo esencial.

Esto implica, por parte de los profesores y de los formadores, la renuncia a una formación inicial signada por un espíritu crítico -como ha sido el caso de mi generación, para la cual el descubrimiento de la Biblia y de la doctrina se ha visto contaminado por un sistemático espíritu de crítica- y por la tentación de lograr una especialización demasiado precoz, precisamente porque le falta a estos jóvenes el necesario background cultural.

Permítanme confiarles algunos interrogantes que me surgen en este momento. Hay miles de motivos para querer dar a los futuros sacerdotes una formación completa y de alto nivel. Como una madre atenta, la Iglesia desea lo mejor para sus futuros sacerdotes. Por eso se han multiplicado los cursos, pero al punto de recargar los programas en una forma que me parece exagerada. Probablemente ustedes han percibido el riesgo del desaliento en muchos de vuestros seminaristas. Pregunto: ¿una perspectiva enciclopédica es adecuada para estos jóvenes que no han recibido ninguna formación cristiana de base? ¿Esta perspectiva no ha provocado quizás una fragmentación de la formación, una acumulación de cursos y una impostación excesivamente historicista? ¿Es realmente necesario, por ejemplo, dar a los jóvenes que no han aprendido jamás el catecismo una formación profunda en las ciencias humanas o en las técnicas de comunicación?

Yo aconsejaría elegir la profundidad más que la extensión, la síntesis más que los detalles, la arquitectura más que la decoración. Otras tantas razones me llevan a creer que el aprendizaje de la metafísica, en tanto obligatorio, representa la fase preliminar absolutamente indispensable para el estudio de la teología. Los que vienen a nosotros han recibido con frecuencia una sólida formación científica y técnica -lo cual es una fortuna- pero la falta de cultura general no les permite ingresar con paso decidido en la teología.

Dos generaciones, dos modelos de Iglesia

En numerosas ocasiones he hablado de las generaciones: de la mía, de la que me ha precedido y de las generaciones futuras. Esta es, para mí, la encrucijada de la situación presente. Ciertamente, el pasaje de una generación a otra ha planteado siempre problemas de adaptación, pero lo que vivimos hoyes absolutamente peculiar.

El tema de la secularización debería ayudarnos, también aquí, a comprender mejor. Ella ha conocido una aceleración sin precedentes durante los años Sesenta. Para los hombres de mi generación, y todavía más para los que me han precedido, la mayoría de ellos nacidos y criados en un ambiente cristiano, esa aceleración ha constituido un descubrimiento esencial, la gran aventura de su existencia. Han llegado a interpretar la "apertura al mundo" invocada por el Concilio Vaticano como una conversión a la secularización.

Así, de hecho hemos vivido, o inclusive favorecido, una auto-secularización potente en la mayor parte de las Iglesias occidentales.

Los ejemplos abundan. Los creyentes están dispuestos a comprometerse al servicio de la paz, de la justicia y de las causas humanitarias, ¿pero creen en la vida eterna? Nuestras Iglesias han llevado a cabo un esfuerzo inmenso para renovar la catequesis, ¿pero esta misma catequesis no tiende a desatender las realidades últimas? Nuestras Iglesias se han embarcado en la mayor parte de los debates éticos del momento, incitados por la opinión pública, ¿pero cuántos hablan del pecado, de la gracia y de la vida teologal? Nuestras Iglesias han desplegado felizmente tesoros ingeniosos para que los fieles participen mejor en la liturgia, ¿pero ésta última no ha perdido en gran parte el sentido de lo sagrado? ¿Alguien puede negar que nuestra generación, quizás sin darse cuenta, ha soñado una "Iglesia de creyentes puros", una fe purificada de toda manifestación religiosa, poniendo en guardia contra toda manifestación de devoción popular como las procesiones, las peregrinaciones, etcétera?

El impacto con la secularización de nuestras sociedades ha transformado profundamente a nuestras Iglesias. Podríamos adelantar la hipótesis que hemos pasado de una Iglesia de "pertenencia'en la cual la fe era comunicada por el grupo de nacimiento, a una Iglesia de "convicción", en la que la fe se define como una elección personal y valiente, con frecuencia en oposición al grupo de origen. Este tránsito ha sido acompañado por variaciones numéricas impresionantes. A ojos vista, las presencias han disminuido en las iglesias, mas también en los seminarios. Pero hace años el cardenal Lustiger mostró, con cifras en la mano, que en Francia la relación entre el número de sacerdotes y el de los practicantes había sido siempre la misma.

Nuestros seminaristas, al igual que nuestros jóvenes, pertenecen también a esta Iglesia de "convicción". No llegan más tanto de las campiñas, sino más bien de las ciudades, sobre todo de las ciudades universitarias. Con frecuencia han crecido en familias divididas o "estalladas", lo que deja en ellos huellas de heridas y, tal vez, una especie de inmadurez afectiva. El ambiente social al que pertenecen no los sostiene más: han elegido por convicción ser sacerdotes y han renunciado, por ello, a toda ambición social (lo que digo no vale para todos por igual; conozco comunidades africanas en las que la familia o el pueblo valoran todavía las vocaciones surgidas en su seno). Por eso ellos ofrecen un perfil más determinado, individualidades más fuertes y temperamentos más valientes. Respecto a esto, tienen derecho a toda nuestra estima.

La dificultad sobre la cual quisiera atraer la atención de ustedes supera entonces la cornisa de un simple conflicto generacional. Mi generación, insisto, ha identificado la apertura al mundo con la conversión a la secularización, frente a la cual ha experimentado una cierta fascinación. Por el contrario, los más jóvenes han nacido efectivamente en la secularización, la cual representa su ambiente natural, y la han asimilado con la leche nutricia, pero buscan ante todo tomar distancia de ella y reivindican su identidad y sus diferencias.

¿Adaptación al mundo o contestación?

Existe ahora en las Iglesias europeas, y quizás también en la Iglesia americana, una línea divisoria, a veces de-fractura, entre una corriente "conciliadora" y una corriente "contestataria".

La primera nos lleva a observar que existen en la secularización valores de fuerte matriz cristiana, como la igualdad, la libertad, la solidaridad y la responsabilidad, razón por la cual debe ser posible llegar a acuerdos con tal corriente y a identificar los campos de cooperación.

La segunda corriente, por el contrario, invita a tomar distancia. Considera que las diferencias o las oposiciones, sobre todo en el campo ético, llegarán a ser cada vez más marcadas. En consecuencia, propone un modelo alternativo al modelo dominante, y acepta sostener el rol de una minoría contestataria.

La primera corriente ha resultado ser la predominante luego del Concilio; ha proporcionado la matriz ideológica de las interpretaciones del Vaticano 11 que se han impuesto a fines de los años Sesenta y en la década siguiente.

Las cosas se han invertido a partir de los años Ochenta, sobre todo -pero no exclusivamente- por la influencia de Juan Pablo 11. La corriente "conciliadora" ha envejecido, pero sus adeptos detentan todavía los puestos claves en la Iglesia. La corriente del modelo alternativo se ha reforzado considerablemente, pero todavía no se ha convertido en dominante. Así se explicarían las tensiones del momento en numerosas Iglesias de nuestro continente.

No me sería dificil ilustrar con ejemplos la contraposición que he descrito en líneas generales.

Las universidades católicas se distribuyen hoy según esta línea divisoria. Algunas juegan la carta de la adaptación y de la cooperación con la sociedad secularizada, a costa de encontrarse obligadas a tomar distancia en sentido crítico respecto a este o ese aspecto de la doctrina o de la moral católica. Otras, de inspiración más reciente, ponen el acento en la profesión de fe y en la participación activa en la evangelización. Lo mismo vale para las escuelas católicas.

Lo mismo se podría afirmar, para retomar el tema de este encuentro, respecto a la fisonomía típica de los que llaman a la puerta de nuestros seminarios o de nuestras casas religiosas.

Los candidatos de la primera tendencia se han tornada cada vez más raros, con gran disgusto de los sacerdotes de las generaciones más ancianas. Los candidatos de la segunda tendencia se han tornado hoy más numerosos que los primeros, pero dudan en cruzar el umbral de nuestros seminarios, porque muchas veces no encuentran allí lo que buscan.

Ellos son portadores de una preocupación por la identidad (con un cierto desprecio son calificados a veces como "identitatarios"): por la identidad cristiana -¿en qué nos debemos distinguir de los que no comparten nuestra fe?- y por la identidad sacerdotal, mientras que la identidad del monje o del religioso es más fácilmente perceptible.

¿Cómo favorecer la armonía entre los educadores -que pertenecen muchas veces a la primera corriente- y los jóvenes -que se identifican con la segunda? ¿Los educadores continuarán aferrándose a criterios de admisión y de selección que remiten a su época, pero que no se corresponden más con las aspiraciones de los más jóvenes? Me contaron el caso de un seminario francés en el que las adoraciones del Santísimo Sacramento habían sido desterradas durante una buena veintena de años, porque se las consideraba muy devocionales. Allí, los nuevos seminaristas han debido luchar durante la misma cantidad de años para que fueran restablecidas las adoraciones, mientras algunos docentes han preferido presentar la renuncia frente a lo que juzgaban como un "retorno al pasado"; al ceder a los requerimientos de los más jóvenes, tenían la impresión que renegaban de aquello por lo cual se habían batido durante toda la vida.

En la diócesis de la que fui obispo he conocido dificultades similares cuando los sacerdotes más ancianos y también comunidades parroquiales enteras- experimentaban grandes dificultades para responder a las aspiraciones de los sacerdotes jóvenes que les habían sido mandados.

Comprendo las dificultades que ustedes encuentran en el ejercicio del ministerio de rectores de seminarios. Más que el tránsito de una generación a otra, ustedes deben asegurar armoniosamente el pasaje de una interpretación del Concilio Vaticano II a otra, y probablemente de un modelo eclesial a otro. La posición de ustedes es delicada, pero es absolutamente esencial para la Iglesia.